Hablar de Broken Sword es hablar de aventuras gráficas agridulces, no porque no tenga en su haber dos de los grandes juegos del género, como son el primero y el segundo, sino porque nos hemos encontrado con una tercera y cuarta partes bastante por debajo de lo esperado. Sin embargo este Broken Sword 5: La Maldición de la Serpiente tiene todo lo necesario para volver a disfrutar con una aventura gráfica de las de antes.
Sin embargo, eso no significa que lo tengamos absolutamente todo, ya que esta versión de PlayStation 4 que os analizamos, pese a ser la más completa de todas las que ha habido hasta la fecha, tiene algunas carencias.
Y es que hay que recordar que este título salió de Kickstarter y que, por suerte o por desgracia, eso ya es cosa vuestra, se dividió en dos partes para poder contentar a todos aquellos que pusieron dinero en la recaudación. Esta versión de consolas llega con las dos partes en una, con mejoras gráficas y con un control adaptado a consolas, que funciona casi a las mil maravillas.
En Broken Sword 5: La maldición de la serpiente, volvemos a ponernos en la piel de Nico Collard y de George Stobart que, misteriosamente, se encuentran de nuevo después de mucho tiempo cuando ¡PAM! Se convierten en chocapics y hay un asesinato. Dejando de lado la mala suerte que generan estos dos cuando se juntan, equiparable a la de nuestra querida Ángela Lansbury en Se ha escrito un crimen, el comienzo es muy prometedor: asesinatos, cuadros, órdenes religiosas… y por supuesto un fino hilo del que vamos tirando y del que sale más mierda que de la que hay bajo la alfombra de tu cuarto.
Poco a poco vamos a ir desgranando una historia que esconde otra historia detrás de la principal, eso sí, con las incongruencias y los personajes tan típicos que tiene la saga. No faltará el policía incompetente, el inspector borde, la señora afable pero estricta, la loca de amor que es capaz de todo o hasta algún que otro cameo de otras entregas que nos hará mucha ilusión ver.
Además, la historia se verá siempre desde dos puntos de vista, tanto el de la calculadora Nico como el del más que loco George, y eso le da una riqueza al título a nivel narrativo bastante buena dado que nunca nos vamos a cansar del tono en el que jugamos porque iremos alternándolos.
Sin embargo, he de decir que, pese a que me ha encantado el juego y la historia en sí, he echado de menos los antiguos Broken Sword. Esta quinta entrega, quizás respondiendo a las críticas a los primeros en los que era más fácil perderse que echar pestes de la madre que parió a la cabra del Broken Sword original, ha reducido el componente búsqueda bastante.
Sí, es cierto que tendremos muchos puzles (algunos desquiciantes), y muchas localizaciones, que van desde distintos lugares de París a Inglaterra o España, y, por supuesto, muchísimos personajes y objetos. Sin embargo, también es igualmente cierto que nos vamos a encontrar con un pasillo a la hora de seguir la historia.
En muchas ocasiones, serán los mismos protagonistas los que nos cuenten a dónde tendremos que ir, e incluso nos llevarán directos a ese sitio sin preguntar y sin dejarnos deambular por los distintos escenarios. También tendremos a nuestra disposición varios mapas, pero muchas veces las opciones para visitar serán demasiado pocas o solamente tendremos accesibles una o dos de ellas. También nos encontramos con que muchas veces, si no hemos descubierto lo que tenemos que descubrir en una zona, directamente no podremos salir de ella hasta hacerlo, impidiénonos perdernos por ahí.
Llamadme loco, pero he echado mucho de menos este pelín de dificultad en el que te perdías mucho y tenías que volver a encontrarte. Ahora, el gran reto no es encontrar a dónde ir o con quién interactuar, es conseguir resolver los puñeteros puzles que nos van a sacar de quicio. Pero si os amargan mucho, usad las pistas que nos dejan usar, eso sí, a riesgo de que os llamemos casuals.
Broken Sword 5 vuelve a la estética de los dos primeros, es decir, escenarios pintados a mano, muy detallados y completamente en dos dimensiones. Se acabaron los experimentos en 3D. Eso se lo dejamos a Telltale y sus películas interactivas. A nosotros ahora nos interesa el point and clic de toda la vida, que para eso metimos pasta en el Kickstarter.
Y la verdad es que, comparando el control tradicional de PC con el de PlayStation 4 hay que decir que está muy conseguido. Nos encontramos con unos botones muy fáciles de usar ya que tan solo tendremos que guiar con un stick el “puntero” y con otro interactuar. Otro botón para el inventario y el menú para guardar y ver los diferentes archivos. Sin embargo, no es toda la agilidad que tiene un juego de PC por lo que el uso del ratón, bajo mi punto de vista, está mucho mejor logrado, pero no por ello es mala la jugabilidad con el Dualshock 4.
Los puzles también se resuelven de manera bastante intuitiva con los controles que nos dan y me parece haber notado algunas escenas algo más lentas que en la versión de PC, posiblemente para que nos dé tiempo a hacer los “combos”, como el del teléfono y la carpeta.
Todo ello acompañado de la típica música de los Broken Sword, donde vamos a encontrar pequeños fragmentos que nos recordarán mucho a los primeros, como cuando descubrimos algo o vemos una pista importante, o cuando hablamos con los personajes que, por cierto, están perfectamente doblados al castellano, algo muy pero que muy inusual en una aventura indie como esta.
Sin embargo el apartado gráfico, pese a ser “mu bonico y to esas cosas”, se nota que tiene unas enormes carencias. Es aquí donde vamos a notar que estamos hablando de un indie y no de una gran superproducción ya que, pese a ser una aventura gráfica, que no necesita demasiados gráficos para funcionar bien, los modelados 3D de los personajes dejan mucho que desear, sobre todo en las animaciones. Y si ya hablamos de las cinemáticas, mejor miramos para otro lado porque tienen movimientos imposibles e inconexos, y para nada son mínimamente precisos.
Por suerte, los escenarios están recreados con todo detalle, así como los objetos y descripciones, por lo que nos encontramos con una sensación agridulce a la que nos iremos acostumbrando con el paso del tiempo. Quizás otro tipo de modelados habría sido más adecuado que este, pero no les vamos a suspender por ello.