Últimamente Devolver Digital está que se sale, y es que tras el reciente Mother Russia Bleeds, la compañía nos vuelve a dejar un nuevo indie: Okhlos, el cual cambia los aires rusos por unos bastantes mas diferentes: los de la Grecia clásica.
A pesar de la referencia del primer párrafo, Okhlos no se trata de un Beat’em up al igual que el juego al que le puso las manos el bueno de Anastasio, sino que se trata de un título de acción con toques estratégicos bastante peculiar y llamativo, y es que a parte de manejar a un personaje nos toca también ponernos al mando de una turba furiosa -similar a Pikmin-, de la cual hablaremos más detalladamente más abajo. Obviamente hay un telón de fondo para que toda esta gente tenga ganas de destrucción, y es que tras años de aguantar a los dioses del Olimpo los ciudadanos griegos están hasta el moño de éstos, por lo que han decidido juntarse para darles hasta en el carnet de identidad.
A partir de esa premisa no hay mucho más que arañar narrativamente, y es que Okhlos se trata de un juego de mapas que se generan aleatoriamente en el que el objetivo es llegar lo más lejos sin palmar, compartiendo así el núcleo de juegos como Nuclear Throne, Espelunki o The Binding of Isaac. Por ello, todo tema sobre la narrativa queda abandonado y sin importancia, aunque en los momentos con textos como escenas o presentaciones las frases humorísticas se vuelven el pan de cada día.
Haciendo hincapié en el tema de la turba, ésta la forman tanto nuestro personaje como el resto de gente cabreada que encontremos en nuestro camino, teniendo ésta un límite de personas. Eso puede parecer simplemente una limitación para que no nos volvamos demasiado poderosos, pero juega también un factor estratégico, y es que no todos nuestros compañeros de disturbios son iguales, ya que podemos encontrarnos desde ciudadanos sin habilidades a guerreros que otorguen ataque al grupo o incluso esclavos que se dediquen a cargar objetos del escenario para poder usarlos cuando queramos y así curarnos o incluso invocar fantasmas que nos ayuden, de forma que contar con un pelotón de gente variada es la clave para no acabar arrasados. Además, si logramos cargarnos varios enemigos de forma continua la ira de nuestros compañeros se irá elevando hasta alcanzar un punto en el que podrán arrasar con todo, incluyendo edificios, haciendo que todo sea más caótico y a la par confortable.
Por nuestra parte solamente ejercemos el papel de manipulador del grupo, ya que somos uno de los filósofos del pelotón, el cual da órdenes al resto de ciudadanos para que ataquen a quien él diga, se desplacen a cierto punto, se defiendan o incluso se junten para evitar daños. Eso sí, no es buena idea ser el único pensador de la panda, y es que cada vez que nuestro erudito muera pasaremos a controlar a otro filósofo de los que esté en la turba, de forma que como nos quedemos sin éstos pues perderemos la partida.
Cada uno de los escenarios del juego se divide en varias parcelas, en las cuales se reparten varios enemigos con los que tendremos que acabar para pasar a la siguiente. A parte, en éstas también tenemos objetos, gente para reclutar e incluso zonas secretas para enfrentarnos a oponentes ocultos. Eso sí, para darle un poco de chicha tenemos tiendas donde poder intercambiar algunos de los tipos de nuestros fieles por otros, e incluso podemos canjearlos por poderosos héroes que nos permiten aumentar el ataque, tener más salud o incluso aumentar el límite de gente de la turba, entre otros.
Pero la cosa no va de matar y matar a los soldados de turno sin más, ojo, ya que al final de cada mundo nos espera un Dios con malas pulgas cuyo objetivo es parar nuestra protesta, algo que intentará conseguir a base de darnos bien por culo a base de ataques puñeteros. Obviamente estos jefes requieren ya de una estrategia y de insistencia para tumbarlos, por lo que cada vez que logremos derrotar uno no solamente pasaremos al siguiente mundo, sino que la satisfacción personal sube considerablemente.
Antes decíamos que el juego bebía del núcleo de Nuclear Throne y similares, y es que una vez que muramos nos tocará empezar el juego entero, aunque entre partida y partida podemos elegir a algunos de los personajes desbloqueados para o bien tener unos compañeros iniciales que den mejoras o un líder con distintas habilidades, a lo hay que sumar la generación aleatoria de enemigos y escenarios para darle así a cada partida un nuevo sabor. Por desgracia, debido a esta fórmula el juego se vuelve rápidamente bastante repetitivo ¿Y qué diferencia a Ohklos de los demás títulos citados para que éste resulte más rutinario? Pues probablemente se deba a que los niveles son bastante largos, algo que hace que pierda frenetismo, lo cual es uno de los puntos clave para que una partida no parezca igual a la anterior. A parte, aun con los héroes se echa en falta algún plus especial que nos diera habilidades especiales o algo similar para evitar mejor esta sensación de Dejavu cada vez que jugamos, siendo además algo frecuente debido a la dificultad bastante elevada del juego.
¿Entonces qué nos incita a jugar? Pues la enciclopedia, un manual en el que figuran todos los personajes que nos vayamos encontrando, siendo su objetivo completarla del todo, algo que aun con el sistema de juego de perecer y volver a empezar no es una tarea bastante sencilla, sobre todo si tenemos en cuenta que Okhlos está repleto de zonas secretas.
Okhlos se trata de una idea bien maja que no solamente cuenta con un sistema de juego con bastante personalidad y divertido, sino que también cumple técnicamente tanto con sus escenarios 3D con elementos 2D como con su banda sonora que representa de forma notable su ambientación griega, pero por desgracia peca de ser repetitivo en un plazo bastante corto, a lo que si se le suman sus largos niveles pierde la gracias de otros juegos similares de perecer y picarse con uno mismo al instante para intentar superarse.
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