Cualquier persona puesta un poco en esto de los videojuegos sabe qué tiene que pensar cuando oye DOOM. Violencia, frenetismo, brutalidad y armas muy tochas.
Bethesda e id Software nos traen esta fórmula desde sus orígenes retomando el DOOM original de 1993 adaptado a lo que se espera hoy.
DOOM es como Rambo. Una sinopsis es necesaria, aunque desmerezca la esencia del juego. Somos un marine de élite que se ve involucrado de lleno en una historia donde se abre un portal demoníaco que conecta Marte con el Infierno. Una premisa tan vaga y poco original como efectiva para el juego que nos ocupa.
DOOM ha sido famoso durante toda la historia por la controversia y la polémica que ha creado. No solo por la violencia, sino por las referencias satánicas que incluye el juego. Aunque no sea su objetivo principal, DOOM es una reflexión sobre la eterna lucha entre la religión y la ciencia. La fe y el conocimiento. El avance a según qué precios. Un debate tan profundamente interesante como desactualizado que vuelve a ser el punto de partida para una historia que no necesita de un mensaje para ser jugada.
Como pasa con Rambo, no jugaremos a DOOM por su historia o porque nos atraiga el mensaje que nos intenta transmitir. Sois tan conscientes como yo de por qué estáis aquí. Al fin y al cabo, somos seres viles y subyugados a una sed de violencia que se esconde en lo más profundo de nuestro ser, y este videojuego es la excusa perfecta para reventar cráneos y gastar cargadores de todos los tamaños y colores contra bestias sacadas del averno. Esto es lo que importa.
Y para conseguir esto se nos presenta en el juego tres posibilidades como dos modos principales: Campaña y Multijugador. Vayamos por partes.
Nos basamos en el marco narrativo que he expuesto antes. Un marine de élite en Marte que tiene que solucionar la crisis demoníaca a tiros. La historia, pese a la presencia infernal, no es nada del más allá. La lástima es que tampoco es nada original ni buena la narrativa. Es decir, cómo avanza la historia y, por ende, la Campaña.
Viene dividida en misiones bastante largas, formada por mapas igualmente grandes. ¿La premisa? Ir desde el punto A hasta el punto B para conseguir una llave que te deje acceder a los puntos C y D. Y por el camino peleas contra demonios. Simple y efectivo, lo que necesita el DOOM.
El problema es que esta sencillez deriva en un problema evidente: la campaña se vuelve tremendamente repetitiva. Sabes que tendrás que ir a un sitio, desviarte porque surge algún problema inesperado, matar a los demonios de turno y volver a empezar. Esto será así el 95% del tiempo de las 8 o 9 horas que dura la Campaña.
No obstante esto se compensa con la gran variedad de armas, secretos, mejoras y posibilidades en todos los aspectos que te ofrece el juego. Tendremos a nuestra disposición un arsenal muy variable y diferente entre los que encontramos desde una pistola láser hasta una gatling pasando por un fusil de plasma. Y lo mejor de todo no es que sean diferentes, lo mejor es que se sienten diferentes.
Además de esto se aprecian dos mecánicas que dan mucho sabor al combate: el equipo y las ejecuciones. Con equipo me refiero a granadas o las mejoras que le podemos poner a las armas que aportan un punto táctico como el poder aturdir o generar un importante daño de área. Las ejecuciones llevan al máximo nivel el estandarte de este DOOM; la violencia. Cuando un enemigo está a punto de morir podremos ejecutarle de una manera muy bestia para conseguir vida. Mecánica interesante, efectiva y útil. También tenemos la icónica motosierra, que viene a ser lo mismo que las ejecuciones pero los enemigos te sueltan munición en vez de vida. Un abanico bastante grande para combatir y descuartizar a los demonios, desde luego.
Por otro lado, dentro de los enormes mapas hay una gran cantidad de secretos. Desde desbloquear un arma antes de tiempo hasta los insufribles coleccionables. Además, las mejoras que podremos desbloquear son una auténtica idiotez que están “porque tiene que haber progresión del personaje”. En sí mismas no aportan nada, las explosiones te quitarán menos o cambiarás más rápido de armas. El punto está en que tiene que haber rejugabilidad en estos niveles, ya sea a modo de coleccionables, desafíos y mejoras. Y bueno, DOOM no lo hace de la mejor manera, pero cumple con todo esto.
Lo bueno que tiene este juego es que, pese a tener una Campaña regulera, también tiene un multijugador. Pero si me permitís voy a alterar el refrán: no hay bien que por mal no venga. Lo cierto es que el multijugador es también bastante normalito.
Tendremos los típicos modos de juego que ha habido siempre. Batalla por equipos, batalla por equipos para después confirmar que lo has matado, dominar una zona, dominar una zona que se mueve… nada nuevo, desde luego. Lo único interesante que se aprecia es el modo SnapMap, donde podremos hacer distintos diseños de mapas y compartirlos o jugar en los que haya compartido la comunidad, algo interesante y que le da un nuevo matiz al Multijugador. Pero volvamos a lo básico. La progresión tampoco ha evolucionado. Hay desafíos como mata a x jugadores seguidos que te dan más experiencia para subir de nivel y desbloquear cosas como piezas de armadura y poses de burla y victoria.
En este apartado, la personalización, no hay nada realmente destacable. Puedes alterar todas las piezas de tu armadura, elegir los colores, incluso el desgaste. El problema es que, aunque queda chulo, tú no lo vas a ver. Pero en fin, no está mal tener un toque distintivo.
Y hablando de distinción.
Lo que puede aportar DOOM al panorama de shooter multijugador es armas, locura, violencia y frenetismo. Hay un buen número de armas bien diferenciadas que hacen que jugar sea entretenido. Punto a favor. Hay ejecuciones que sacan lo peor de nosotros mismos cuando a los rivales les queda poca vida. Punto a favor. Hay una gran cantidad de factores como por ejemplo los extras (Daño Cuádruple, Velocidad…) o el hecho de que cada poco tiempo un equipo pueda jugar con uno de los demonios. Punto a favor. Finalmente, todo irá tan rápido y será tan brusco y brutal que no te enterarás de qué está pasando. Punto ¿a favor?
El multijugador de DOOM también tiene mucho de Rambo. No es como Battlefield o Counter Strike donde se premia la precisión y el juego en equipo. DOOM no está para romanticismos. DOOM está para que vayas a saco a gastar balas, a reventar cabezas, a conseguir la diversión más impía que llevamos dentro, a sacar a nuestro Sylvester Stallone particular. Y lo consigue, pero no como podría hacerlo.
Todo el eje del juego, lo que debería ser primordial en todos los shooters y casi más en este es el gunplay. Y el de DOOM no es regulero y muy básico como la Campaña o el Multijugador. Es malo. Simple y llanamente. Han querido volver a los orígenes sin moverse de los orígenes. Sería bueno en 1993, pero ahora está bastante por detrás de la media. La sensación de disparo es horrorosa. Deberías de sentir un frenetismo acorde a lo que está pasando y a lo que estás viendo en pantalla. Pero el gunplay es lento, tedioso y no se siente de ninguna forma. En Overwatch cuando manejas a Hanzo sientes como está tensando el arco y sabes que si el tiro va bien colocado, habrá una baja asegurada. En Battlefield cuando contienes la respiración con un francotirador sabes que si tocas cabeza con bala un personaje habrá muerto sin importar los metros de distancia. Aquí sientes que das tiros al azar con la esperanza de que tú seas más terco y cabezón que el que te dispara. Punto y gatillazo final.
No me gustaría terminar este análisis sin hablar brevemente del apartado técnico. ¿Recordáis cómo al principio dije que DOOM trataba de acercar los orígenes de DOOM al día de hoy? Pues se ha quedado a mitad de camino en cuanto a gráficos. Las texturas y modelados podrían ser perfectamente de la generación pasada (algo que tampoco debería sorprendernos estando al mando Bethesda).
Y hablando de Bethesda, el juego tiene un buen puñado de bugs. No alteran ni muchísimo menos la experiencia final de juego ni esto ni los gráficos, pero nunca está de más comentarlo. Además, siempre queda curioso y graciosete que te pase alguna cosa de estas.
Lo que sí que afecta a la experiencia final es la música. Y parece que en este sentido sí que DOOM se siente DOOM. La música suena tan alto y bestial como las balas rompiendo huesos salidos del infierno. Jugad una parte de combate de la Campaña con música y otra sin música. Veréis a lo que me refiero. Lástima que sea tan poco variada y suene tan poco.
Y ya como última mención en este apartado. ¿Quién narices ha contratado al narrador del modo Multijugador? No se calla ni ahí ni en la Campaña y acaba siendo hasta irritante. Ese sí que se merece un buen tiro en la sien y no los pobres diablos que salen de los núcleos infernales.
De nuevo, Rambo y DOOM se parecen mucho. Ambos se basan en la violencia, el macho de turno que acaba con el problema a tiros sin liarse con guiones o historias y personajes profundos. Ambos eran conscientes de que Sylvester Stallone era John Rambo acabando con ejércitos a ritmo de balas y de que el marine de élite de DOOM es el más malo, bruto, violento y único capaz de acabar con una crisis demoníaca a puñetazos y desmembramientos. Ambos eran conscientes de que el protagonista no era ninguno de estos dos, sino la persona que está detrás de la pantalla buscando un rato de diversión sin más pretensiones.
Ambos fueron referentes en su respectivo medio, y a su manera. Rambo es un antes y un después en el cine de acción marca Hollywood y DOOM fue un antes y un después en la historia de los shooters y de los videojuegos. Por eso ahora está irreconocible. Antes era el origen, el punto de partida, ahora está en tierra de nadie. En un punto medio en el que no sabe qué hacer o hacia dónde ir. Se basa en una bilinealidad paradójica, fue el creador e inventor de todo, ahora se basa en lo que hay y no inventa nada.
Sí, es cierto que su Campaña, aunque mala a nivel general, es infinitamente mejor y más completa que el 90 % de los shooters del momento. Y además dispone de un Multijugador mejorable y poco inspirado, pero correcto y divertido al fin y al cabo. Es cierto. Pero no puedo quitarme de la cabeza que esto es DOOM, el padre del género. El origen que Bethesda ha querido traer. Tendría que haber entrado siendo el padre, pero se ha quedado como un hijo.
DOOM sabe lo que quieres tú como jugador, pero no sabe lo que él quiere. Ha vuelto a las raíces de la violencia y la diversión pero como un juego más, sin ser el estandarte y la revolución que fue en su día. Pero pese a todo… cumple. Es divertido, frenético, con una Campaña que ofrece unos niveles de desafío y rejugabilidad bastante altos, con armas chulas y brutalidad extrema. Mejorable en otros aspectos desde luego, y no está aquí para contarte nada, tenlo en cuenta.
DOOM es un juego decente, desde luego. Te dará tardes entretenidas jugando a la Campaña para desbloquearlo todo y varias horas de partidas multijugador. Pero con eso no basta para ser un buen juego, y más con toda la competencia que hay dentro del género. Al final del día te habrás divertido tanto si vas a ver Rambo como si juegas a DOOM. Si eso es lo que importa o lo que vale no depende ni de Stallone ni del marine matademonios de turno, depende de la persona que está tras la pantalla empuñando el mando.
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