Hace dos años, en enero de 2014, se lanzó The Banner Saga para las plataformas PC, Mac y Linux, un juego desarrollado por Stoic (y publicado por Versus Evil) de corte indie que había sido financiado exitosamente a través de Kickstarter. Tras salir también en iOS y Android, finalmente llega a sus últimas plataformas de ya no tan nueva generación: Xbox One y obviamente, la plataforma en la que lo analizamos, PlayStation 4.
Además estamos ante el primer juego de una trilogía, ya que sin ir más lejos a lo largo de este año ha de salir The Banner Saga 2. Pero no nos vayamos por las ramas como suele hacer Gertru (la mona de Twitter) y centrémonos en el análisis de la primera parte.
La historia de The Banner Saga nos mete de lleno en un mundo de mitología vikinga en el cual los dioses han muerto y el mundo parece estar llegando a su fin… Nuestros enemigos, los Dredge, parecen obstinados en eliminarnos a humanos y Varls (una raza de gigantes cornudos, y no precisamente por problemas matrimoniales) que serán las razas que controlaremos.
El mundo que se han currado los chicos de Stoic demuestra estar muy trabajado en el punto en el que abres el mapa y te encuentras decenas de ubicaciones y cada una con una larga descripción.
El juego está dividido por capítulos e iremos variando entre dos hilos de historias que irán intercalándose. La narrativa es adulta, profunda y muy inmersiva, en la cual la toma de decisiones será constante sin saber nunca a ciencia cierta si estarás haciendo el bien o el mal.
Esta toma de decisiones afectará directamente a los personajes con los que te irás encontrando y si se unirán o no a tu grupo, y no sólo eso, también afectarán a la moral del pueblo al que guías, perder soldados, encontrar recursos e incluso la perdida de algún personaje jugable. Además habrá momentos en los que pensarás ser un líder justo y ocurren las peores de las desgracias. Todo esto hace que la narrativa sea tan importante como la jugabilidad.
De todas esas decisiones dependerá la supervivencia de nuestra caravana y la del pueblo que guiamos, que se compondrá de la gente del clan, guerreros y Varls. Deberemos administrar recursos para garantizar su supervivencia manteniendo suministros suficientes durante el viaje, porque cuando nos quedamos sin, la gente de nuestro clan comenzará a morir de hambre y los iremos perdiendo.
Quizás las pega que podemos encontrar en toda la narrativa es que a la historia le cuesta arrancar más que a un 600 en invierno y el final te pega en los morros cuando menos te lo esperas, acabando de golpe. Incluso han arreglado respecto a la primera versión del juego el tema del idioma, que en un principio venía sólo inglés y ahora lo tenemos en español (el texto, el poco doblaje que hay sigue en inglés).
Sin embargo, a la hora de combatir parece que entremos a un juego completamente diferente, ya que las batallas son de estilo RPG táctico (o SRPG), es decir, que moveremos a nuestros personajes por casillas como suele pasar con este estilo de juegos. Hay que destacar que el sistema de combate que presenta The Banner Saga es bastante innovador y yo personalmente no lo había visto nunca, os lo intento explicar por encima culpables…
Cada personaje tiene dos atributos principales: La armadura y la salud. La salud no sólo representa la vida que tenemos porque de ella también dependerá nuestra fuerza, y a medida que nos hagan daño, nuestra salud disminuirá y nuestra fuerza también. Para dañar a un enemigo, se ha de tener más salud (o fuerza) que la armadura del mismo y le haremos tantos puntos de daño como puntos sobrepase… ¡Vale vale vale! No cierres el navegador que pongo un ejemplo: Si atacamos un personaje con 9 de armadura y 9 de salud y le atacamos con un personaje con 9 de armadura y 11 de salud, le haremos 2 puntos de daño, y este no sobrepasará nuestra armadura porque solo le quedaría 7 de salud. Por eso será importante ir rompiendo la armadura del enemigo para superar unas batallas que pueden plantear auténticos retos.
A medida que nuestros personajes vayan eliminando enemigos y vayamos ganando batallas ganaremos reputación, que sirve tanto como para subir de niveles a los personajes como para comprar cosas como objetos para equipar o suministros para nuestra caravana, con lo que constantemente nos veremos obligados a elegir entre subir de nivel o tener bien alimentado a nuestro clan.
Las razas de los enemigos que nos encontraremos serán humanos, Varls y Dredge. Sin embargo en la mayor parte de los combates nos encontraremos luchando contra estos últimos y sin demasiada variedad en los combates. Además también suelen haber pocas diferencias en las habilidades de nuestras unidades, a ver si en la segunda parte vemos mejoras respecto a esto.
Cuando nos encontramos un ejercito contra otro, podremos decidir que rol vamos a tomar, si pelear al frente o correr menos riesgos. De esta forma, si decidimos asumir más riesgos, más difícil será la batalla pero menos sufrirán nuestras tropas. Este sistema he de reconocer que me ha dejado un buen sabor de boca porque encaja a la perfección los dos modos de juego que tiene The Banner Saga haciendo que tus decisiones a la cabeza del clan afecten directamente al combate que se nos viene encima.
Hay que comentar que quien espere poder hacer lo que le venga en gana lo tiene jodido chungo, ya que el precio a pagar por una historia basada en la toma de decisiones encajada con un juego de táctica es el acabar como un juego lineal, no habrá manera de volver atrás ni pajarear pasando de la historia principal haciendo misiones secundarias.
Durante los combates el control es donde más ha cambiado respecto a sus otras versiones, y es que se ha tenido que adaptar el teclado y ratón al mando… Y no está mal culpable, pese que al principio nos podemos hacer un poco de lío al cambiar de la cruceta al stick.
Una de las cosas que llama mucho la atención de The Banner Saga es el aspecto gráfico, y es que todo el juego son dibujos hechos a mano… En efecto culpable, todo una currada pero que nos deja unos personajes muy característicos y unos preciosos paisajes como los que veis en las imágenes, que no se vosotros, pero a mi me apasionan.
Pero el otro lado de la balanza de su aspecto gráfico, es que las animaciones durante la narrativa son nulas y las de los combates aún son un poco mejorables, pero lo peor de todo es el tamaño de la letra, que no ha sido bien adaptada a consolas… Normalmente la letra cuesta un poco de leer, pero cuando intentas mirar el log del combate mejor que te levantes del sofá y te pegues a la pantalla cual sanguijuela, porque si no es imposible.
Por último y comenzando a cerrar el análisis ya (que a veces me enrollo como una persiana), si antes he dicho que los paisajes dibujados me apasionan, la música folk vikinga que suena mientras los observas hace que te enamores. Sin embargo, durante los diálogos y los sucesos, el sonido pasa a un plano no secundario, sino más p’atrás, porque casi desaparece y queda algún que otro triste efecto de sonido.
Si alguien me preguntara que si se compra este juego o no teniendo ya la versión de PC, le diría que en un principio no, ya que no va a encontrar nada nuevo… A no ser que se quiera comprar las siguientes dos partes también para esta plataforma, pues no se sabe en que medida influirán las decisiones de la primera parte en el resto de la trilogía.