Para muchos un juego de culto. Para otros un juego de autor. Analizamos el último trabajo del Team ICO con Fumito Ueda al mando.
Nueve años de desarrollo han sido necesarios para lanzar la épica aventura entre un niño y una extraña criatura con un especial vínculo de amistad. The Last Guardian llega en exclusiva para PlayStation 4 para invadirnos de sensaciones y emociones como tan sólo el renombrado Team ICO ha sabido plasmar en sus anteriores juegos. Con el ya célebre Fumito Ueda como director del proyecto, vamos a analizar las bondades y carencias de un juego único que se debate entre obra maestra y experiencia jugable.
Como analista de videojuegos en GuiltyBit, me enfrento posiblemente a mi crítica más complicada del año. Después de escribir con mano firme los análisis de míticos como Street Fighter V o el deseado Mafia III que acabaron por debajo de las expectativas generadas, llega el caso de The Last Guardian, que aunque es diferente, no queda exento de polémica. Después de tanto tiempo tras su anuncio, una serie de retrasos continuos hasta desaparecer, un cambio generacional, una duración escasa y su nula rejugabilidad, se ha convertido en uno de los mejores juegos que he jugado del año. Todo lo que vives y lo que te hace sentir es una experiencia que cualquiera que se llame jugador debería valorar. Aquí es donde queremos dejar patente lo que importa y lo que no.
Porque sí, The Last Guardian tiene muchos – llamémoslos – fallos. No es perfecto, al igual que no lo eran Shadow of the Colossus o ICO, pero sin embargo ambos lograron dejar una huella imborrable en nuestra memoria. Vamos a desgranar todas sus virtudes y defectos para que cada uno saque sus propias conclusiones.
La relación entre un niño y un animal
The Last Guardian comienza su historia de la forma más simple y sencilla que puede. Encarnamos al niño protagonista que se despierta en un lugar desconocido al lado de una criatura “devorahombres” que responde al nombre de Trico. El espectacular ser, mezcla entre un perro y un pájaro, se encuentra encadenado y malherido a causa de varias lanzas que atraviesan su piel. Como cualquier niño inocente, sentimos curiosidad por la criatura que se encuentra algo alterada, pero después de ganarnos mínimamente su confianza, se mostrará mucho más dócil y amigable.
La pareja de recién conocidos comienzan un viaje para escapar de la fortaleza en la que han amanecido. Su relación que prefiero describir como amistad antes que como dueño y mascota, avanza a pasos agigantados mientras resuelven puzles y acertijos que tampoco destacan por su frescura. En este aspecto, el juego recuerda mucho a ICO, donde empujamos cajas, accionamos palancas que abren puertas y escalamos por enormes cadenas, todo ello con el fin de que ambos protagonistas permanezcan juntos hasta el final.
En cada nuevo avance, su historia personal se enriquece, así como su confianza hasta el punto de que lleguemos a crear un vínculo que nos permita dar órdenes a Trico. También es cierto que no siempre conseguimos que nos haga caso a la primera, sea por deficiencias en la inteligencia artificial del animal o porque todos los que tenemos mascota sabemos lo complicado que es.
Ser testigo de que tanto si eres un frágil niño, como un feroz monstruo, se puede cuidar el uno del otro para mantener su bienestar, es uno de los grandes triunfos en The Last Guardian.
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