En 2001 Capcom sacó al mercado un videojuego llamado Onimusha que pese a sus pocas ventas robó el corazón a muchos jugadores. Le siguieron tres entregas más, pero llevamos dos generaciones de videoconsolas sin tener un juego de la saga.
Año 1896. Mi Dreamcast dejaba de funcionar por arte de magia. La japuta se reiniciaba una y otra vez debido a un fallo en el lector. Me pasé varios años sin poder jugar a los últimos videojuegos que salían, hasta que un amigo se compró una PlayStation 2 y pude ver en una demo un vídeo de algo llamado Devil May Cry. Me enamoré inmediatamente de aquel albino saltando, disparando y dando espadazos a todo bicho viviente.
Fue casi inmediato el decirlo en casa y tener la PlayStation 2 con el Devil May Cry y sin tarjeta de memoria. Pero daba igual ya que lo volvía a empezar y me encantaba. Era y es para mi el videojuego perfecto del que nunca me canso. Un videojuego que perfectamente todos los años me lo puedo pasar tres, cuatro o cinco mil veces durante un año. Le hablé a un amigo de las bondades de lo último de Hideki Kamiya y Shinji Mikami, e inmediatamente me dijo: “Me lo podrías dejar y yo te dejo uno también muy chulo”. Y así es como pude jugar a Onimusha.
No me gustó NADA. Jugué unas horas y el primer Onimusha me pareció horrible. Me molaba la idea de manejar un samurai, pero el control me parecía nefasto haciéndose muy difícil esquivar. Encima habían dos cosas que me ponía de los nervios. Por una parte el manejo del personaje y otra las malditas cámaras. Para ir hacia delante siempre hay que pulsar hacia delante. Da igual en que posición se encuentre la cámara. Era algo que no entendía. Vale que los primeros Resident Evil tenían este tipo de control, pero en un juego como Onimusha y viniendo de jugar al Devil May Cry pues no lo entendía. Encima las cámaras fijas de Onimusha eran mucho más burras que las de Devil May Cry. Esto hacía (y lo sigue haciendo) que algunos jefes finales te acorralasen en una esquina, te pusieras nervioso por ver que el personaje no responde como es debido y sufrir una muerte. No pude y a los pocos día devolví el Onimusha.
No fue hasta que se anunció por primera vez Nioh, cuando debido a las continuas comparaciones, volvieron las ganas de jugar a cualquier Onimusha. Sabía que era difícil encontrarlo y me pasé mucho tiempo rebuscando en la cesta de segunda mano del GAME. Incluso el dependiente me llegó a decir: “Hace como 8 años que no veo un Onimusha para PS2”. Por suerte, el mismo día que se lanzó Final Fantasy XV encontré uno.
Como ya he dicho Onimusha de primeras no me gustó, pero estaba dispuesto a pasármelo sí o sí. Es lo que he hecho estos días y madre mía que burro fui en el pasado.
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