En ocasiones un juego resulta ser no una evolución, sino una involución dentro de su género. Lamentablemente, es el caso de SOMBRERO: Spaghetti Western Mayhem.
Disfrutar de los videojuegos y amarlos es un hobby que se puede practicar a todas las edades, en todos los lugares y con gustos muy distintos. Más allá del debate de si son arte o entretenimiento, es de aceptación general que no tienen la necesidad de contar una gran historia o ser profundos. Con que tengan la capacidad de divertir es más que suficiente en muchas ocasiones. Y aquí es donde deberíamos llegar a SOMBRERO: Spaghetti Western Mayhem.
Suele decirse que nada hay más fallido que una obra que no está a la altura de sus pretensiones. En este caso estas son, por suerte casi nulas. De hecho el problema aquí es que el resultado sí está a la altura de las pretensiones. Es un juego vacío no ya de profundidad, ni de historia, sino de contenido.
El juego se resume en tres palabras: corre, salta, dispara. En un escenario con plataformas en 2D se enfrentan de dos a cuatro personajes distintos. Deben recoger las armas y objetos que aparecen para eliminar a sus enemigos y vencer. Nada nuevo bajo el sol: es un estilo y una mecánica que ya todos conocemos. Y no es en absoluto incompatible con un juego fresco y divertido al que echarle unas cuantas horas (Duck Game es un buen ejemplo de ello), pero es que en esta ocasión no solo no se ofrece nada nuevo, sino que es una involución respecto a lo ya visto.
Cojamos al ya mencionado Duck Game y miremos qué ofrece aprovechando que son bastantes similares en su planteamiento. Entre las características que destacan en su página de Steam está el modo multijugador, tanto local como online. Vale, ahí cumplen ambos (o no, ya mencionaremos después por qué). Modo un jugador. ¿Cuenta con él SOMBRERO: Spaghetti Western Mayhem? No, en todo momento te obliga a jugar con más personas. Y por último un editor de niveles. Sorpresa, tampoco tiene uno. A nivel general, queda claro que todo lo que ofrece SOMBRERO: Spaghetti Western Mayhem lo hace también Duck Game, pero en cambio este último posee muchas más posibilidades que el primero.
Pero seguramente lo más doloroso de esto no sea la falta de un editor, y ni siquiera la nula ambición del título. Lo peor es que al carecer de un modo Un Jugador es sencillamente injugable. ¿Por qué? Porque no hay absolutamente nadie conectado a sus servidores. Y sí, es cierto, técnicamente no es un problema del juego en sí, sino de su fracaso en ventas, pero por eso mismo era totalmente indispensable introducir la posibilidad de jugar solo contra la IA. A falta de ella, la única forma de probarlo es trayendo a amigos a casa, un esfuerzo que no es recompensado porque esta obra es de todo menos un aliciente.
El título está herido de muerte por la obligación que supone jugar en multiplayer, pero ¿Y si SOMBRERO: Spaghetti Western Mayhem hubiera sido un éxito en ventas y los servers rebosaran pistoleros buscando un poco de acción? Pues que se habrían encontrado un vacío de contenido más grande que El Cañón del Colorado. Cuatro mapas genéricos que casi no varían entre ellos, y cuatro modos de juego de lo más manido del mundillo online. Estamos hablando de recolectar más cosas que el rival, matar más que nadie, robar la bandera enemiga y rey de la colina, todos ellos monótonos y sin sustancia. Sinceramente, hemos jugado a mejores juegos de este estilo en webs de juegos flash.
Pero no seamos tan crueles, pasemos a sus puntos positivos. Puedes escoger entre bastantes personajes que, aunque a nivel mecánico funcionen igual, siempre es de agradecer ese punto de personalización, y el nombre SOMBRERO: Spaghetti Western Mayhem es gracioso. Hasta aquí sus aspectos positivos.
En definitiva, SOMBRERO nos trae una experiencia muy vista, anticuada y capada en contenido (lo mismo es que nos quieren vender el resto del juego en un DLC), y adquirirlo sería dar un paso atrás respecto a lo establecido en el género.
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