Desde que supimos de la existencia de este Mother Russia Bleeds, muchos de los componentes de la redacción de GuiltyBit hemos seguido muy de cerca el desarrollo del beat’em up de Le Cartel para Devolver Digital.
Hoy por fin llega el videojuego a Steam, listo para que los usuarios de PC, Mac y Linux (los de PS4 aún tendrán que esperar) se protejan los nudillos, porque esta aventura les va a dejar marcados los puños, además del alma y el cerebro.
Puto Nekro
El videojuego nos traslada a la primavera rusa de 1986, concretamente a un campamento gitano en el que nuestros protagonistas sobreviven como pueden, en una suerte de Club de la Lucha cutre regentado por un tal Mikhail, quien intenta alejarnos de los cantos de revolución para que nos centremos en lo nuestro…repartir tollinas.
Lamentablemente, y sin que podamos remediarlo, nuestro campamento es aniquilado y el cuarteto protagonista es apresado para ser los sujetos de prueba de unos experimentos con una nueva droga, potente y muy peligrosa: el Nekro. Motor de nuestra furia, objeto de nuestra venganza…y sustancia a la que tendremos que recurrir constantemente si queremos sobrevivir en este oscuro y despiadado juego.
Nuestros humildes personajes tendrán que partir en un viaje sin retorno hasta las más altas esferas de la Bratva y del poder político y económico, siendo protagonistas de la revolución que azotará a esta Rusia distópica, viciosa y depravada que tan bien han retratado los chicos de Le Cartel.
Yo contra el barrio la Bratva
A pesar del planteamiento brutal que os acabo de exponer y del apabullante apartado artístico del que os hablaré más adelante, no quiero que esperéis de este juego nada más de lo que es: un beat’em up de los de toda la vida. Ni más ni menos.
¿Inventa algo? Poco ¿Revoluciona el género? Para nada ¿Gustará a los fans del género? Ya te digo…
Mother Russia Bleeds es una suerte de Streets of Rage a lo píxel art, pero tiene un pequeño as bajo la manga que le hace ser ligeramente original: el Nekro. La droga, que ya corre sin freno por las calles y con la que nos han envenenado, ya forma parte de nosotros, y será clave para que triunfemos o fracasemos en nuestra misión, aunque ello conlleve ir perdiendo el norte poco a poco.
En MRB no hay pollos en contenedores de basuras, ni pizzas dentro de cabinas telefónicas. Si pierdes energía deberás darte un chute de Nekro, y si quieres poder extra para reventar al personal e incluso hacer “fatalities”, también tendrás que tirar de la droja mala. Tenemos tres jeringazos de Nekro que podemos usar como queramos, pero, ¿qué pasa cuando se nos acaba la mandanga? No, no hay camellos en el juego, pero sí que hay multitud de enemigos que van hasta las cejas, así que tendremos que cargar nuestra jeringuilla directamente desde los cuerpos convulsos de la escoria que vayamos dejando en el camino. Precioso.
A medida que avancemos en el modo Arena -la única alternativa que tenemos al modo historia- podremos desbloquear nuevas jeringuillas que nos conferirán poderes yonki nuevos. Bondades de la química.
A nivel de movimientos el juego también bebe de los clásicos, y sí, esto quiere decir que no hay decenas de movimientos, aunque sí los suficientes como para no aburrirte en tu periplo por la URSS. Con un poco de pericia podrás hacer combos de más de 100 golpes sin despeinarte, y conforme aumenten tus horas de juego podrás hacer cosas muy chulas, como por ejemplo arrojar un objeto al chorizo de turno, abrirle la cabeza y recoger ese mismo objeto antes de que toque el suelo para “presentar tus credenciales” a un nuevo amigo de la barriada. Huelga decir que también hay agarres, reversals, placajes y todo el repertorio “obligatorio” de este tipo de juegos.
Además hay armas, muchas, variadas, divertidas y letales. Aquí un cuchillazo es muerte, y un disparo te da todas las papeletas de acabar con la cabeza a tres metros del cuerpo. Pegaréis hostias con cachibaches tan locos como un acordeón o una máquina de condones, y os gustará…
Cuando el Pixel Art es art de verdad
Una de las grandes bazas de Mother Russia Bleeds es el infinito amor que los componentes del equipo han imbuido a su creación. Si llevara sombrero en mi despacho me lo habría estado quitando continuamente al jugar, pues cada uno de los niveles del juego tiene una fuerza y personalidad que hará que se grabe en nuestra retina, amen de una vida que ya quisieran otros juegos que prometen mucho y luego nos dejan escenarios desérticos.
Artísticamente me ha recordado un poco a Gods will be watching, y su capacidad de transmitir desolación me ha traído buenos recuerdos de Dead Synchronicity. Es una maravilla avanzar por según qué escenarios fijándote casi más en lo que pasa a tu alrededor que en las hostias que estás dando, y eso va a hacer que tus tiempos para el tablón de puntuaciones online se resienta. Asegurado.
La música del juego, desde un punto de vista totalmente subjetivo -lo mío es la electrónica-, es una verdadera obra maestra. A poco que lo tuyo sean los sintetizadores y la música enlatada, estarás de acuerdo conmigo en que Mother Russia Bleeds ha alcanzado cotas de calidad muy altas, equiparables a burradas como Hotline Miami y en la que hay hasta guiñitos a Yuzo Koshiro.
Desintoxicando
No os dejéis llevar por mi entusiasmo de perro viejo, ni tampoco esperéis de este juego grandes cosas si no estáis acostumbrados a juegos de yo contra el barrio. Este es uno más, uno especial, sí, pero sólo se lo recomiendo encarecidamente a todos aquellos que de verdad disfruten con los pros y los contras de este género.
Brevedad y repetición son dos adjetivos que lastran a -casi- todos los exponentes del género, y MRB no se libra. Carece de un muy necesario modo multijugador online, y el multijugador local a cuatro jugadores con fuego amigo -esto es, que las hostias de tu compañero te quiten vida- es un jodido caos.
No obstante el hijo revolucionario de Le Cartel tiene una personalidad arrolladora, que de un modo u otro conseguirá conquistar a los valientes que se atrevan a darse un paseo por la extrema crudeza que sus caminos reproducen.
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