Si me preguntaran por el primer anime que vi en mi vida, seguramente mi cerebro automáticamente pensaría en Dragon Ball. Recuerdo perfectamente verlo alguna que otra noche en algún canal infantil de Canal +. Sin embargo, si la pregunta fuera cuál fue el primer anime que empecé a seguir con asiduidad, la respuesta es clara: Caballeros del Zodíaco.
Muy poquitas series de animación japonesas han logrado engancharme tanto como lo hizo esta a mi yo de 12 años. Fijaos si me llegó a entusiasmar que hasta le pedí a mi tío que por favor me buscara los capítulos por donde quisiera que estuviera en Internet porque no podía esperar para seguir el ritmo de la televisión. Y eso, a pesar de esa horrible canción introductoria que tenía.
Según fue avanzando la serie, no obstante, me fue decepcionando porque el esquema se repetía una y otra vez. La edad, los conocimientos y la experiencia ahora me dicen que ese es el patrón de todos los shonen, pero en su momento me decepcionó muchísimo que una serie que tanta ilusión me había causado se repitiera tantísimo.
Tras los cinco primeros minutos jugando a Saint Seiya Solider’s Souls, sentí lo mismo que cuando empecé a ver la serie hace ya tantos años. Ilusión, pura diversión y hasta obesión. Reconozco que el fenómeno fan siempre es una parte muy importante en este tipo de juegos, basados en un anime, así que es evidente que el juego me iba a gustar.
Sin embargo, al igual que con la serie, según fui avanzando en el juego me fui decepcionando cada vez más. La repetición constante de patrones, una historia basada en combates únicos y un sistema de combate muy superficial, hacen que este Saint Seiya sea un juego que se quema demasiado rápido. Pero aún así, es un juego que te deja buen sabor de boca, que te divierte, que te engancha, que te empuja a seguir jugando un combate más.
Con lo que si no he quedado nada contento ha sido con la forma de contar la historia. Los desarrolladores han perdido una oportunidad de oro para ir encabalgando los diversos combates mediante escenas del anime. Hubieran podido jugar así la carta de la nostalgia y, además, les habría ayudado en la parte del guión, que está muy descuidada. Por no tener, no tiene ni cinemáticas curradas. Son continuos planos y contraplanos de personajes hieráticos y con un entorno casi muerto. Si se hubieran centrado más en contar la historia, dedicándole un poquito de tiempo, hubiera salido un juego mucho más redondo.
Tampoco quiero ser tan negativo, como suelo a acostumbrar cada vez que hablo de cualquier juego. Saint Seiya Soldier’s Soul divierte mucho. Y si tuviera que destacar algo, sin duda es el mimo con el que han diseñado los combates y los personajes. Aunque el sistema se queda algo flojo en líneas generales (no hay forma de establecer guardia ante un combo una vez inciado) los movimientos se han cuidado al milímetro. Cada personaje se mueve de una forma, atacada de una forma y tiene unos puntos fuertes y débiles. Algunos necesitan que el enemigo esté cerca, otros pueden mantener al adversario lejos gracias a sus ataques y otros son más versátiles. Pero ninguno de ellos tiene los mismos movimientos que otro, y eso, aunque debería ser lo mínimo, es algo que se agradece en un juego de este estilo.
Fijaos si me ha gustado el juego, pese a sus defectos, que en cuanto me termine las dos series que tengo empezadas, pienso aparcar todo y comenzar a verme Caballeros del Zodíaco desde el principio. Como mínimo, quiero ver la saga del Santuario, que es la más potente de todas.